Una década después de la intervención de la captadora ilegal de dinero DMG, no paran los líos para los agentes encargados de la liquidación y las víctimas de la pirámide. DMG se mostró como una rentable compañía de inversiones que fundó David Murcia Guzmán, extraditado a los Estados Unidos por lavado de activos, y quien de regreso a Colombia fue notificado de otra condena en su contra.
El gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe ordenó su intervención y en ese momento miles de personas que invirtieron recursos con la promesa de millonarias retribuciones se convirtieron en víctimas de la llamada Pirámide DMG. Desde entonces se conformó un agente liquidador que en adelante se conoció como DMG Grupo Holding. Esta nueva sociedad se encargaría de la liquidación de las propiedades y la reparación de las víctimas, un asunto que sigue pendiente.
La liquidación de DMG se convirtió en una “papa caliente” para los gobiernos en estos 12 años. Incluso ha dejado millonarias demandas, como la que ganaron algunas víctimas por 10.000 millones de pesos, una deuda que sigue latente en estrados judiciales. Ahora es la Superintendencia de Notariado y Registro la que encontró presuntas irregularidades en el mismo asunto que motivó la millonaria demanda: la inclusión de un predio en la lista de bienes para reparar a las víctimas.
La Superintendencia le solicitó a la Fiscalía que investigue las supuestas irregularidades en las que incurrió la actual agente liquidadora de DMG, María Mercedes Perry, al incluir un lote ubicado en Bogotá entre los bienes destinados a la reparación. Según las denuncias en contra de Perry, la inclusión de ese lote de 60.000 metros cuadrados se hizo través de documentos falsos y llevando a un error a la Oficina de Registro e Instrumentos Públicos de Bogotá.
Los afectados con las presuntas actuaciones de la liquidadora insisten en que el predio apareció en la lista de bienes gracias a que la señora Perry los incluyó fraudulentamente entre las propiedades que fueron objeto de extinción de dominio, cuando no era cierto.
FUENTE: Revista Semana