Los que apoyamos a la UP no hicimos proselitismo en las plazas públicas sino en los cementerios y los hospitales donde nos llevaban a las víctimas hoy reivindicadas.
Con las cuatro balas del DAS que llevó por dentro desde el 3 de Marzo de 1989 después de haber traspasado y asesinado a José Antequera en el aeropuerto de el Dorado, me siento revindicado como víctima por el fallo de la Corte Interamericana de Derecho los Humanos sobre el genocidio de la UP.
Celebro el inmediato reconocimiento del fallo emitido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el Presidente Gustavo Petro, como lo hice yo como mandatario respecto a los hechos de la matanza de Trujillo porque así se abre el camino para la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición que el país necesita para alcanzar la paz definitiva.
El genocidio de la Unión Patriótica y de líderes emblemáticos de ella como Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Manuel Cepeda y José Antequera, para mencionar algunos, abrió el camino para que pudieran llegar al gobierno, treinta años después, muchos de sus líderes y familiares que hoy están representando al Pacto Histórico.
Los liberales progresistas que hicimos campaña con la UP también fuimos amenazados y agredidos por las fuerzas oscuras de la violencia de Estado combinada con los grupos paramilitares: no hicimos proselitismo en las plazas públicas sino en los cementerios y los hospitales donde llevaban las víctimas hoy reivindicadas.